Recompensar con dulces para que los niños se porten bien, recojan su habitación o terminen el plato …es muy frecuente en muchos padres y cuidadores, aunque no es lo más acertado.
La comida no debe utilizarse como castigo ni como recompensa y tiene que estar fuera de toda negociación, valoración o consecuencia de otras acciones. Ya que esto fomenta una relación insana con la comida, y en el caso de los dulces hace que se perciban como algo extraordinario y muy deseable.
Sólo se debería premiar lo que en realidad se merece una gratificación ya que, si el niño o niña recibe una recompensa por una tarea rutinaria, exigirá todavía más cuando se le pida un mayor esfuerzo. En este caso, con una muestra de cariño como una sonrisa o un abrazo puede ser la mejor de las recompensas.
De forma ocasional (cumpleaños o celebraciones especiales) se puede premiar con dulces. De esta manera, el niño aprenderá que se pueden incluir dentro de una dieta equilibrada sin que se conviertan en rutina y por eso, los dulces no se deben incluir en el carrito de la compra semanal.
Te invito a que les ofrezcas otro tipo de premios como leerles un cuento, pegatinas, jugar juntos, ir al cine, pasear por el parque, salir de excursión, practicar su deporte favorito o hacer manualidades … Recuerda que lo que más necesitan los niños son el tiempo y la dedicación de sus padres.
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